El modernismo

Como Juan Ramón Jiménez muy bien afirmó: el Modernismo es una actitud universal que no se puede delimitar. Dicho término conlleva, pues, una revalorización: hace referencia, ante todo, a un deseo de evolución, de ir con el tiempo. Por eso, la meta del poeta moderno, según este insigne escritor, será escribir con arreglo a las ideas nuevas, es decir, verso libre, toda la sintaxis moderna; es decir, escribir como uno vive, en su época. No seguir necesariamente imitando a modelos anteriores. (CIPLIJAUSKAITE, 1966: 102).

Este afán de búsqueda y de ensayar nuevas posibilidades expresivas aparece como una característica latente en la producción de Rubén Darío, la figura más representativa de este movimiento. Su intención fue desde el principio luchar contra los preceptos anticuados y el anquilosamiento de la forma; una lucha que en ningún momento fue fácil. La influencia de Darío y del Modernismo en general será fundamental en la producción literaria de Tomás Morales y de su contemporáneo y amigo Alonso Quesada, los dos poetas canarios más trascendentes de la época.

En los principios del Modernismo hay tres componentes importantes: el Romanticismo, el Parnasianismo y el Simbolismo. Mientras que la rebeldía del Romanticismo se vuelve frecuentemente hacia el pasado, el Modernismo mira hacia el futuro y muestra un dinamismo y un deseo de ir con el tiempo.

Luego, con el Simbolismo propiamente dicho, el artista quiere construir descubriendo nuevas posibilidades. Su aspiración de aclarar el misterio de la vida y de la muerte y de la creación se convierte en pauta entre los poetas modernistas del siglo XX. Para los poetas modernos, llegar a cautivar el misterio de la poesía es también una experiencia mística, y por eso se sirven del lenguaje de símbolos ellos también.

 

La amistad: Tomás / Saulo / Alonso

Es bien conocida la amistad que unió a Tomás Morales (1884-1921), Saulo Torón (1885-1974) y Alonso Quesada (1886-1925) protagonistas de Modernismo y Postmodernismo grancanarios que asumen progresivamente la poesía de Rubén Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Morales, Torón y Quesada, poetas que según Claudio de la Torre, vivieron “estrechamente unidos y soñaron estrechamente separados”. El lazo que unía a Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón era una unión singular, que de algún modo los alejaba de los demás artistas de la época porque ellos en sí formaban un grupo, posteriormente denominado "la generación de los tres".

Desde jóvenes fueron amigos y esa amistad no hizo más que aumentar con los años al colaborar juntos en la redacción de Ecos y en las tertulias literarias de la época. Los tres satirizaron el medio social y cultural de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en coplas humorísticas publicadas en la prensa local.

Tanto Saulo como Alonso Quesada combinaban su vocación literaria con su humilde empleo en una casa inglesa instalada en el puerto. Según palabras de Francisco González Díaz, la desarmonía entre la vocación y fortuna está presente en los tres poetas: "el destino ha hecho de Tomás Morales un galeno nostálgico, ha condenado a Rafael Romero en la oficina de una casa bancaria y ha confinado a Saulo en una caseta del muelle”. 

Cada uno de ellos sentía por el trabajo de los otros una profunda estima y una sincera admiración. Por eso, en cada uno de sus libros no escasean los elogios mutuos. Por su parte Alonso le dedica a Saulo la "Canción solitaria", un poema donde pone de manifiesto una vez más ese sentimiento de soledad que lo invadía tan frecuentemente. A Tomás Morales, le dedica "El balance", un poema lleno de desprecio a sus compañeros ingleses de la oficina por sus comentarios burlescos hacia él. Sin embargo, el poema más sentimental es aquél que le dedica a su muerte. Cuando Tomás Morales fallece en 1921, ninguno de sus amigos se atrevía a materializar la dolorosa partida que todos sentían. Finalmente es Alonso el encargado de despedir a Tomás Morales y lo hace con una elegía propia del más egregio personaje y amigo.

En definitiva, la de ellos era una amistad noble, que ignoraba las inherentes diferencias individuales y que representaba un envidiable modelo a seguir en tiempos de hostilidad continua y conflictos sin sentido.